AMOR POR LOS LIBROS
Carl Spitzweg, El ratón de biblioteca.
Carl Spitzweg, El poeta pobre.
Beniditos libros: que a veces elegimos, tal vez por intuición y al leerlos
los meditamos, y después de un tiempo de terminarlos tal vez los retomamos: y así
los vamos absorbiendo poco a poco. Que parte de su contenido se hospeda tan dentro
de nosotros, que ya fundido con nuestra esencia comienzan a formar parte de
nuestro "Acervo-Individual-Interno".
René Magritte, Las contemplaciones del caminante solitario.
Al leer un libro iniciamos una comunicación telepática
con el producto de las conexiones cerebrales del autor: con la parte más pulida
de su ser, sus pensamientos externados en la escritura: su Obra.
Odilon Redon, El ojo como un balón extraño que va hacia el infinito.
Iván Aivasovski, Barcos en una tormenta.
Leer nos hace emprender una travesía, nos subimos al Barco sin
saber exactamente hacia donde seremos llevados, si aterrizaremos en puerto a
salvo o donde hemos de naufragar (tal vez en el Pacífico o en el Océano Glaciar Ártico),
pero algo sí es seguro: los grandes libros siempre nos llevan a algún lado;
por eso hay que leer aquellos que pongan en marcha y movimiento el motor del pensamiento.
John Atkinson Grimshaw, La dama de Shalott.
Ya sea entre mundos fantásticos, escenarios de antaño,
universos metafísicos o mitologías, al leer nos encaminamos hacia otras
conciencias, hacia diversas perspectivas, modos de comprender la realidad y
contemplar el mundo; nos deslizamos hacia profundidades internas y
sentimientos, que de no ser comunicados por la poesía o el arte serían
indecibles.
Gustave Moreau, Hercules y la Hidra del Lerna.
John Everett Millais, Ofelia.
La lectura también nos ayuda a entablar comunión con nosotros
mismos, ya que siempre en la literatura nos vemos reflejados cual si nos
mirásemos en un espejo enorme, por eso nuestra colección de libros, de aquellos
que hemos leído y nos han cautivado, se vuelven tan personales como nuestros
pensamientos mismos. Y es que en nosotros hay algo de ellos; y es que en ellos
también hay algo de nosotros que antes no sabíamos que había.
Remedios Varo, Encuentro.
Roberto Matta, Abrir el cubo y encontrar la vida.
Ojalá que los libros que compramos vinieran con tiempo
incluido para leerlos, actualmente el poco con el que contamos es gastado más en cosas
fútiles, banalidades virales y cuestiones de poca trascendencia, cuando bien podríamos inmiscuirnos más ratos, en algunos de los Cerebros más brillantes que
han existido en el mundo.
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